En 1980 inicié mi actividad laboral en la industria. Fue en una empresa queretana con 3500 trabajadores y, supuestamente, buenos estándares de seguridad. A las 3 semanas de haber ingresado, ocurrió un accidente fatal: un electricista se electrocutó en un área de transformadores. Pero eso no fue todo: en los meses y años consecutivos siguieron presentándose nuevas situaciones lamentables, algunas de ellas mortales: dos operando montacargas, un atrapado en una máquina, una explosión con saldo de 3 fallecidos, un caído de una azotea, y otros eventos menos graves, pero incapacitantes.

Formamos un grupo interdisciplinario para determinar la causa de estos eventos en una de las plantas. La investigación arrojó como resultado que el 95% de los accidentes tenían como causa raíz el factor humano y dentro de este aspecto estaban: la baja percepción del riesgo, la falta de capacitación, entrenamientos no enfocados a las actividades operativas, así como métodos de operación obsoletos y no validados. La gerencia de la planta se comprometió, entonces, a dar los recursos y el apoyo necesarios, iniciándose así un programa de mejora que tuvo como resultado una disminución drástica en sus índices de accidentabilidad.

A partir del siglo presente, hubo una expansión en la actividad industrial del estado; muchas de las fábricas que se establecieron son filiales de empresas extranjeras, con altos estándares de seguridad. Esto, aunado al trabajo que ha realizado la Federación a través de la STPS –haciendo obligatorio el cumplimiento de las NOM, que marcan como obligación del patrón proporcionar capacitación al personal ocupacionalmente expuesto (POE)–­, ha llevado a tener una disminución significativa en los índices de accidentes en Querétaro, como lo indica la siguiente gráfica.

Ver estos resultados quizá nos induzca a pensar que hay poco por hacer; ¡nada más alejado de la realidad! Con frecuencia vemos en los medios este tipo de noticias: “Murió aplastado en empresa de un parque industrial de Querétaro”; “Fallecen dos al caer al pozo que reparaban”; “Se desploma y muere trabajador de la construcción”…

Accidentes como estos son demasiados; no nos podemos dar el lujo de tener ni uno más. Entonces, ¿qué debemos hacer? Redoblar nuestros esfuerzos en la prevención, y como el mayor porcentaje de los accidentes ocurren debido a fallas humanas, tenemos que trabajar en incrementar la conciencia de seguridad y en la capacitación del POE. Directores y gerentes deben invertir, sin dudar, en la seguridad de sus instalaciones y en la capacitación de su personal. ¡La seguridad paga y paga bien!