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Autor: David Moreno Hernández
Entrar a la planta y realizar esta afirmación, coincide con un cuestionamiento que podríamos hacerle al personal operativo de cualquier empresa. La respuesta a esta provocación es clara: nadie levantaría la mano. Bueno… quizá alguno que no escuchó bien, pero rectificaría inmediatamente.
El punto es que en la mente de los trabajadores, no se tiene contemplado el “hoy puedo accidentarme”. ¡Claro que no! Sin embargo, durante las actividades diarias muchos trabajadores realizan actos realmente inseguros, pensando que nada pasará.
Acciones inseguras
Me levanto los lentes de seguridad para acercar la vista a una pieza en un maquinado en marcha, con la intención de asegurarme de que está bien hecha.
Me quito los guantes de protección porque me resulta complicado tomar una herramienta con ellos puestos.
Decido no utilizar el equipo contra caídas, puesto que lo que voy a ejecutar es muy sencillo y me tomará más tiempo el prepararme que el ejecutar la actividad.
En todos estos casos, sería probable que sucediera una lesión que dejara al trabajador ciego, mutilado o incluso muerto.
Habitualmente no pasa nada, así que es muy probable que sigamos actuando de la misma manera, pero… ¿y si pasa?, ¿qué tan grave puede ser una lesión? Pues hasta que suceda, lo sabremos.
Entonces nos quejaremos: ¡cómo es posible que pasara esto!, acabamos de capacitar a todo el personal y obtuvieron 10 de calificación, entonces, ¿qué ha sucedido? ¡Estaban capacitados!
Las soluciones
Una de las causas de estos comportamientos inseguros suele ser que el personal trabaja “como siempre lo ha hecho”. Y es que en multitud de empresas no se actúa necesariamente como lo indican los procedimientos y normativas. El haber estado en una capacitación ayuda al inicio del cambio, pero ¿esta capacitación creó un cambio de conciencia entre los asistentes o sólo cumplimos con llevarla a cabo?
La capacitación que necesitamos debe estar dirigida a transitar del “como siempre” al “como debe ser”, y para eso, es necesario que en los entrenamientos se cuente con recursos de instrucción que creen conciencia entre los asistentes al curso. No basta con informarles los requerimientos normativos o técnicos que marcan los procedimientos, es necesario lograr que los participantes comprendan por qué deben seguirlos. Cada cual debe decirse: “ya sé qué hacer para prevenir lesiones, por qué debo de hacer de esa forma”, y tomar la decisión de actuar en consecuencia.
Al lograr esta conciencia, los trabajadores comenzarán a discernir si se quitan los lentes, continúan con los guantes puestos o se colocan el arnés, puesto que ahora sí pensarán: yo no me quiero accidentar.
Es un proceso que requiere tiempo y seguimiento, comenzando con una capacitación dirigida y creadora de conciencia. Y tu capacitación, ¿cómo es?
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